martes, 9 de junio de 2009

¿Te gustaría conocerme?

-“Laura, hágase con ella”, y girando sus ojos hacia el lado izquierdo, me señaló a Alejandra Gómez Mejía, el misterio de mi clase en taller de crónica. Como ya no habían más personas para escoger y ya había compartido tanto con todos, me pareció una buena propuesta la de escribir una crónica sobre ella, aunque sinceramente, en ese mismo instante en que el profesor se daba la vuelta para seguir escogiendo las parejas, pensé en lo difícil que sería esta vez inspirarme en un personaje de la cual ni siquiera sabía el nombre. Hasta ahora.

Así que, en esos interminables minutos, me fijé en la expresión de sorpresa que suscitaba la cara de Alejandra. Me invadió indecisión sobre la forma adecuada en que debía abordarla. Repentinamente estaba caminando justo hacia ella, quien me miraba con esos encantadores ojos claros y esa sonrisita que la identifica.

-“No y ahora yo que voy a hacer, esta vieja será bien tímida”, hablaba conmigo misma en un intento de sacar una sonrisa igual de encantadora como la de ella, sin resultado alguno.

Me senté y la salude. Su rostro comenzaba a escasear en color blanco pálido para tomar un rojo intenso. Con algo de risa en mi mente, comencé a preguntarle sobre su nombre, apellidos, semestre, ciudad de nacimiento y hasta el motivo por el cual veía crónica. Nada estaba organizado y no había tiempo de organizar, mi mente estaba hecha un caos, pues ante mi tenía una persona que desconocía completamente y ni siquiera sabía si quería conocerme a mí.

Alejandra es hija única. Es de Mistrató, un municipio del departamento de Risaralda, pero desde hace dos años y medio Pereira se ha convertido en su segundo hogar. Decidió estudiar comunicación porque la carrera le gusta y la motiva. Sin embargo para mí sigue siendo muy tímida hasta para conocer gente, no me imagino cómo se desenvolverá en un medio.

Como esa mañana ya se estaba acabando, decidimos posponer la entrevista para el jueves, pues el viernes era día de fiesta y sería más fácil conversar sobre nuestras vidas con más privacidad y en un ambiente diferente (Si claro, íbamos a dejar de pasar planes mucho mejores por ponernos a hablar sobre nosotros mismos, tenga fe papito).

Pues no. No la vi ni ese jueves por la tarde, ni mucho menos el viernes, ni el fin de semana. No supe si hubo llamadas perdidas o mensajes insistentes, pero eso sí como buen colombiano que deja todo para última hora, me llamó como tres veces a la casa de mis abuelos el cuatro de mayo. Lamentablemente yo no contesté ni una sola y después de que me dieran el recado llame a su casa.

Era ella. Esa voz suave, casi se podía tocar el algodón mientras escuchaba como me saludaba replicando que había llamado repetidamente en mi búsqueda.

Me sugerí sentarme en mi cuarto, tan cálido y silencioso. El mejor lugar de mi casa. De esta manera comencé a contarle un poco de mí, para romper el hielo ¡y vaya que se rompió!

-¿Qué lleva 3 años con su novio?- pregunté perpleja.

-Y el tiene 34 años.- respondió casi instantáneamente y con cierta satisfacción en su voz.

Yo ni siquiera he durado el primer año con algún novio y mucho menos se me ha ocurrido pasar mi vida con un hombre 15 años mayor que yo. De verdad, que curioso eso, somos tan diferentes, polos opuestos. Ella es callada, yo soy bullosa, ella es tímida, yo soy EXTREMANDAMENTE EXTROVERTIDA.

Aparentemente la seriedad es una cualidad intachable en ella, aunque se mostró muy entusiasmada escuchando mis palabras, siempre tan aceleradas y estrepitosas. Quien sabe que estaría haciendo mientras le hablaba, si no es que estaba viéndose la novelita de las 9:00 de la noche.

Yo permanecía atenta a sus palabras pausadas. La historia de su novio me pareció muy bonita, está completa y perdidamente enamorada de él, quien es un ganadero, oriundo a la vez de Mistrato y permanente en Pereira. Se conocieron por casualidades de la vida y ahora quisieran compartir el resto de ella juntos. Romántica crónica ésta.

Finalmente y después de meditar por unos instantes la conversación que había tenido con Alejandra, pude apreciar lo agradable y madura que es. Nada comparado al imaginario que tenía de ella, pues en el salón no suele hacer mucho ruido, ni levantar la mano para dar una opinión o algo parecido, por lo cual pensaba que era muy callada y posiblemente desconfiada, cuando el hecho de que sea tímida no le quita a las personas el ser agradables. De todas formas, sigue siendo muy oportuno hacer esta clase de ejercicios en clase, así se da uno la oportunidad de conocer a los demás y de que lo conozcan a uno. Gracias profe por estas valiosas oportunidades y por supuesto gracias a Alejandra por el tiempo que me regaló para conocernos más detalladamente.

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